miércoles, 31 de agosto de 2011

LA VUELTA


El verano parece que da sus últimos coletazos cuando se aproxima la apertura de las clases, que cada vez se hace antes. Aquel 15 de septiembre, de comienzo ya está lejos. Y la Consellería de Educación se esfuerza en extender las clases y quitar ciertos “privilegios” que tenían los maestros y profesores de secundaria, que acaban exhaustos de tener que aguantar a sus alumnos cada vez más maleducados (alguien ha dicho, o lo he oído en sueños: deseducados). Algunos tendrán que hacer una reanimación para enfrentarse a partir de mañana con su difícil profesión. Imposible para Freud, que ya veía entonces, aunque entonces la educación era muy diferente, lo imposible de ejercerla por la insuficiencia del resultado (1937).

El 1 de septiembre marca por tanto un salto cualitativo en el verano, anunciando in extremis, su final adelantado. A partir de entonces los exámenes, los libros, las tormentas, etc., marcarán otro paso en el devenir cotidiano.

Desde estas líneas mi apoyo y mi comprensión hacia su trabajo, tan difícil y complicado, que lleva también a la tranquilidad de los padres cuando por fin muchos (aunque no lo reconozcan, por ser políticamente incorrecto), se sientan relevados de su dedicación estival a sus hijos; a veces dedicación exclusiva y exhaustiva (en muchas madres incomprendidas). Por fin respiran, ante la angustia escénica de otros, de poderse librar durante bastantes horas de mantener su atención paterna. Ahora la complicada misión de entretenerlos corresponderá a otros, y encima aprenderán nuevas cosas, nunca las suficientes (según el informe Pisa).

Y los chavales, ¿qué opinan ellos?. Es curioso pero todos comprobarán que conforme se hacen mayores, cada vez les gusta menos la vuelta. Los pequeños si, pero los más mayores ya no. Lógicamente cuando van sintiendo la responsabilidad de dar cuenta de su propio saber, teniendo que mantener un rendimiento. Para ello son evaluados regularmente. Evaluación que antes llamaban continua, pero que se está interpretando como un encadenamiento de exámenes a veces angustioso, como recurso límite para que estudien, ya que si no tienen esta forma de examen, su rendimiento baja y encima se olvidan de lo aprendido. ¿No habría forma de cambiar los exámenes por otra forma de evaluación, sin mantener esta angustia?. Teniendo en cuenta las nuevas técnicas informáticas y de comunicación.

La angustia empieza para todos: estudiantes y profesores, en la vuelta. Y para los padres una vez superada la cuesta de septiembre (libros, uniformes, matrículas, …), vuelve la tranquilidad, perdón, la normalidad.

Normalidad que supone volver al trabajo, pero esto es otra cuestión de la que no hablaré, por lo menos hoy, el síndrome llamado postvacacional, de momento es más agudo para los enseñantes y enseñados. Para ellos puede venirles bien el consuelo del rencuentro que supone la vuelta, con sus compañeros, unos y otros podrán volver al trato cordial cotidiano con éstos, después de haberlos echado de menos, en algún momento de estas largas (cada vez menos) vacaciones estivales.

viernes, 24 de junio de 2011

El pasaje adolescente. Los estudios y las redes sociales

Los estudios es el tema elegido en estos momentos, que los adolescentes se enfrentan a los exámenes de final de curso y se hace balance de cómo ha sido éste, ahora que termina.

También es un momento para establecer que la influencia de los padres, sigue siendo más importante de lo que parece, ya que constituye siempre la primera referencia que el adolescente tiene.

Motivar sin agobiar:
Por ello sabiendo la responsabilidad que los padres tienen, se hace necesario que la presencia de éstos se mantenga sin agobios, sin transmitir demasiado la propia angustia al adolescente. Se trata de transmitir ciertos valores, como es el interés por las cosas; por estar informado, por la lectura de libros, revistas...
El valor de la formación, para poder optar a un trabajo en un empleo cualificado bien remunerado. El valor del saber.

Es muy importante mantener el interés por lo que rodea a los estudios, estando al corriente de lo que le pasa al joven. En el instituto, por conocer al tutor y estar al tanto de los exámenes, deberes…. Y también, ¿por qué no?, conocer la estructura, el reglamento interno, los órganos de participación; consejo escolar. Participación en los eventos, en el AMPA. Conocer las asignaturas distintas optativas, y por supuesto, conocer por internet las notas, faltas, etc.

Otro aspecto supone facilitar las condiciones de estudio, en el propio lugar donde habita el alumno, aunque pueda parecer evidente, no siempre se hace. Esto implica la organización de la habitación para facilitar el estudio: iluminación, mesa, agenda, paneles, calendario, saber aplicar las técnicas de estudio: esquemas, resúmenes. Y favorecer en otros casos el acceso a las bibliotecas, complementando el estudio en casa.

Este apoyo también puede suponer a veces si hace falta y se pide, ayudarle personalmente en el estudio, sabiendo siempre que no podemos ocupar un papel que no es el nuestro: el de profesor.

Y aprovecho para seguir manifestando mi oposición a los premios, para que no se conviertan éste en el motivo principal del aprobado, perdiendo el sentido del estudio. Esto no quiere decir que no se pueda estimular el rendimiento escolar con algún regalo, como apoyo no como fin en sí mismo. Todo ello en una clara apuesta por la importancia que tiene el saber.

Cuando las cosas salen mal; los suspensos.
Cuando pasa esto generalmente es por que antes ha fallado algo. El suspenso se lee como un fracaso, los suspensos como una catástrofe. Me gustaría que en lugar de ver esta parte trágica se observara que es lo que hay detrás de éstos, si realmente ha habido un esfuerzo, si el problema es el nivel muy bajo del que se partía, conflictos personales, inhibición intelectual, etc. No sirve de nada hacer un drama, sino por el contrario es mejor hacer un análisis, ver que ha pasado. La sensación de fracaso es tan corrosiva, que no es deseable a nadie, además de constituir un juicio de valor que no conduce a nada positivo. Incluso una de las posturas o salidas más habituales cuando la sensación de fracaso se repite, es dejar los estudios, cuando el adolescente cree que nosotros pensamos que no es capaz. Esto supone una baja autoestima que será muy difícil que recupere.

Las soluciones en estos casos pasan siempre en primer lugar por conocer cual es el diagnóstico que se hace por los propios centros educativos, y ver cuáles son las soluciones que ellos mismos proponen y cuáles las que nosotros pensamos.

Redes sociales y adolescencia. Uso o abuso.

Las redes sociales están compuestas por grupos de personas, que se conectan a internet por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes o que comparten conocimientos. Los porcentajes son muy significativos: el 71 % de los adolescentes usa las redes sociales (Estudio reciente de la Universidad de Navarra. Según el estudio del Foro Generaciones Interactivas, las edades de los jóvenes usuarios van desde los 14 años hasta los 17; siendo estas dos edades las que mayor incidencia registran por grupo etario: el grupo de 14 años supera el 80% mientras que el de los 17 alcanza el 85%. El informe, titulado “La generación Interactiva en España. Niños y adolescentes ante las pantallas”, es el primero que se hace en el país por el Foro Generaciones Interactivas -organización sin ánimo de lucro fundada en diciembre de 2008 por Telefónica, Universidad de Navarra y Organización Universitaria Interamericana (OUI)-.

Internet

Permite un objetivo general, que es favorecer el lazo social, la relación con el otro, de una forma que permite no exponer el propio cuerpo, incluso se puede fantasear con tener otro físico, otro nombre (Nick) y diseñarnos nuestro propio perfil imaginario.

Permite una paradoja (siguiendo a J. R. Ubieto): transparencia y exhibición, que llega a exigir cierto “destape” (este es el lado obscuro de toda red, la trampa). Aunque el sujeto pueda esconderse en la red, tiene que mostrarse, exhibirse para que se le conozca. La forma como lo haga puede suponer un peligro.

Como de todo uso puede hacerse un abuso; fenómenos indeseables: sexting (envío de fotos privadas de carácter erótico), Ciberbullying (acoso e intimidación), paidofilia.
Por ello habrá que realizar un cierto control, en el que observemos posibles cambios de conducta en nuestros hijos/as, y exigir una limitación en el horario sobre todo para mantener la idea general de hacer un buen uso, complementario a las relaciones sociales, y que este no se convierta en un sustituto de éstas, en cuyo caso habrá que analizar las razones, ya que un instrumento no puede ser la causa.

lunes, 13 de junio de 2011

El pasaje adolescente, cuestiones abiertas

Introducción. Emprendemos una nueve serie de varios capítulos, donde trataré de hacer un análisis del periodo adolescentes, para que pueda servir de orientación a los padres y educadores. Para ello nos basaremos en un concepto importante: pasaje; significante que se refiere precisamente a que toda la llamada adolescencia está marcada por un aspecto temporal, que nunca es lineal. Es decir que se produce en pequeños saltos, desde un funcionamiento dialéctico, donde después de distintas controversias, se suele producir una síntesis, que puede revisarse en un nuevo proceso posterior.

La Orientación familiar. Antes hacer un breve inciso sobre esta disciplina que creció en los servicios especializados de atención a la familia (SEAFIs), ante la grave problemática intergeneracional, que se estaba produciendo, y que llevaba a enfrentamientos a veces muy graves que acababan en denuncias y en internamientos en centros de menores. La Orientación Familiar empezó como un programa específico, para disminuir la conflictividad entre padres e hijos adolescentes y evitar internamientos (y hasta separaciones entre los padres). Aparece por tanto la gravedad de este tema, a nivel general y especialmente desde los que trabajamos la psicología clínica y social.

¿Qué es la adolescencia? ¿Cómo tratamos a nuestros hijos adolescentes? ¿como niños o como adultos? Antes de seguir es importante definir este periodo, qué se entiende por adolescencia, ya que mucho de los problemas que se generan en este momento de maduración necesario de nuestros hijos, es por desconocimiento.
La adolescencia, es un periodo en el desarrollo biológico, psicológico, sexual y social (como marca la wikipedia) inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad. Su rango de duración varía según las diferentes fuentes y posiciones médicas, científicas y psicológicas pero generalmente se enmarca entre los 11 ó 12 años y los 19 ó 20 años. También se sabe que las niña comienzan antes este periodo.
Desde el punto de vista psicoanalítico. Siguiendo a Esthela Solano: La adolescencia se define como un pasaje necesario de niño a adulto. Y en este pasaje hay que tener en cuenta algunas cuestiones que se entrelazan o anudan:
-La dimensión temporal, que no es lineal sino que obedece al propio desarrollo de cada sujeto, por tanto depende de la subjetividad de cada individuo, de cómo asume éste su proceso madurativo.

-La dimensión corporal. Existe otra dimensión fundamental que es la del cuerpo, que también está en evolución, en maduración. Esta maduración implica un despertar de la propia sexualidad, y de la posibilidad de procrear, acompañado de una transformación del propio cuerpo excepcional.


Esto implica la asunción de una posición sexuada, que no tiene que corresponder necesariamente con la propia anatomía, pero si con la sexualidad infantil. Todo ello se enmarcará en un proceso no carente de angustia. Este retorno del goce sexual implica que el cuerpo sea sexuado.

La adolescencia es una metamorfosis, donde se pierde al niñ@.
Todo este proceso es sumamente difícil para el adolescente porque tiene que ir integrando progresivamente todos estos cambios en su mente. Sus transformaciones tienen que ir asimilándose por su psique, aceptándolas e incluyéndolas en su propio yo, reconformando su aprensión de sí mismo. A su vez supone también asumir una pérdida de una infancia que ya no más va a volver.

Los padres del adolescente y los pasajes al acto
Paralelamente a esta labor de duelo hecha por los hijos/as, también los padres han de hacerla. Ya no tendrán más ese niñito o niñita que adoraban, las transformaciones corporales ayudan, pero cuesta mucho reconocer que bajo ese cambio tan importante, se encuentra él (o ella).

Por su parte el adolescente recrimina a sus padres en esos cambios, como culpables de la mutación. No obstante sus recursos para acceder a la aceptación de esta nueva imagen, es a través de la identificación con el otro, a partir de ciertas insignias que sirven de homogeneización como moda, para tratar de aceptarse, aceptando el parecido en espejo, el otro igual que viste en el grupo de la misma forma, acerca la integración en ese nuevo marco simbólico.

En los primeros momentos, ¿cómo actuar?. Siempre es necesario tener en cuenta varias cuestiones:
  1. la comunicación, escuchar al otro (empatía); la circulación de la palabra al inicio debe de ser una constante para prevenir épocas más oscurantistas, donde se busque una mayor intimidad. Muchos padres adoptan aquí aptitudes autoritarias que sirven solo para estropear la relación, consiguiendo una confrontación con los hijos, donde se va perdiendo el afecto y el respeto.
  2. Los planteamientos, decisiones importantes, etc en las familias no monoparentales, han de hacerse con el acuerdo de ambos padres, sin discusiones delante de los hijos .
  3. La falta de comunicación, el no sentirse escuchado, llevará al adolescente al pasaje al acto, es decir optará por la calle de en medio, y “actuará”, haciendo lo que le dicte su goce, en comunión con sus amigos. Puede que al principio no se atreva, pero con los años no se cortará.

La vía de la comunicación será la única forma de interactuar con nuestros hij@s y por ello es necesario conservarla con el mayor de los cuidados.

miércoles, 25 de mayo de 2011

CRISIS EN LA PAREJA -2

Decía en el anterior escrito como cuestión destacada en la relación de pareja, la importancia de mantener el deseo por el otro, desde la fascinación . Si éste se desvanece en parte, intentar volver a libidinizar al objeto amoroso, invistiéndolo de ciertas insignias que mantengan la atracción. Sobre todo después de superar momentos críticos.

Estos momentos más críticos, pueden ser aquellos relacionados con el miedo a la pérdida del objeto amado, incluso por ello a veces se teme amarlo demasiado, para evitar así incrementar el dolor de la falta. Esta pérdida suele asociarse al temor a que nos dejen, por otro/a. Aparece así la figura del tercero, “el tercero en discordia”. Se accionan entonces todas las alarmas vehiculizadas por los celos, hasta ahora dormidos o casi inapreciables.

Los celos fueron considerados por el propio Freud como normales dentro de los afectos de la condición humana. El distinguió entre tres tipos:
  1. Celos normales. Común a todos los mortales, si no se hacen manifiestos es por estar reprimidos. Relacionados con el temor a la pérdida. Cuando aparecen se sienten como una herida narcisista y se acompañan de sentimientos hostiles hacia el rival, pero también con mucha autocrítica, según nuestra fortaleza yóica.
  2. Celos proyectivos. Por represión de tendencias homosexuales; cuando inconscientemente, también nos gusta la pareja de nuestra pareja, pensamos que puede gustarle a ella.
  3. Celos delirantes. Sujetos con tendencias paranoides y en los alcohólicos.
El origen está en la infancia; asociamos el triángulo amoroso actual con el triángulo antiguo formado con nuestros padres, llamado Edipo. En los primeros años de vida, aparece un conflicto cuando nos vemos privados de la figura materna por otro sujeto, y surge una rivalidad contra esta persona, que nos priva, no sólo de sus cuidados, sino también de su atención.

En nuestra vida cotidiana, se tendrá que analizar hasta donde llega ese “celo” excesivo, porque nuestra pareja no se separe de nosotros, aunque sean unas horas. Si nos inquietamos demasiado, puede ser el momento de consultar con un especialista, ya que las consecuencias de los celos pueden ser muy graves, y dañar la relación de pareja de forma irreversible. Por eso antes de que esto pase hay que poner remedio.

¿Por qué unas personas son más celosas que otras?
Este tema ya fue estudiado por Ernest Jones (1946), y está relacionado con los sujetos más débiles, y que tienen menos confianza en sí mismos. Cuanto mayor es la desconfianza sobre nosotros, mayor es la desconfianza sobre el otro, mayor es la sensación de que cualquiera nos puede quitar a nuestra pareja, porque nos sentimos, inconscientemente, en inferioridad de condiciones, y por eso pensamos que es fácil que elija a otro mejor que nosotros. En este sentido es muy necesario realizar un tratamiento psicoanalítico para superar esta sensación de inadecuación tan lesiva, que puede provocar un funcionamiento patológico.

lunes, 16 de mayo de 2011

CRISIS EN LA PAREJA - 1

Vuelvo a tratar de uno de los temas que más consultas suscitan en la atención psicológica, de mi trabajo en el Ayuntamiento de L'Alfàs del Pi. me refiero a los problemas que se presentan en la pareja. Para ello es preciso aclarar algunos términos de uso habitual.

¿Qué es una pareja?. Naturalmente no puedo contestar a todo lo que representa este término para cada uno, pero señalaré algunas cuestiones de base. Primero que en el tipo de pareja que nos interesa aquí, es muy importante el amor, que esta se base en el amor entre dos seres. además tendrá que tener buenas dosis de confianza, fidelidad, comunicación, etc. Finalmente la concibo como algo dinámico, siempre en construcción, en el que se observa un camino en común, que va conformando un nosotros y el yo va pasando a segundo plano.
Quiero también resaltar dos cuestiones en este camino abierto, desde cierta fascinación por el otro y el deseo continuo, más allá de lo sexual. Servirían como dos guías, una positiva y otra negativa a tener en cuenta. La primera se trata precisamente de mantener el deseo, manteniendo cierta distancia con el otro, para evitar siempre la monotonía, lo cotidiano excesivo.
La segunda cuestión tiene que ver con el tratar de prescindir del reproche, que es el gran causante de muchas desavenencias conyugales. Las cosas se pueden decir pero evitando el reproche. Este tiene que ver con la confrontación con el ideal de pareja, cuando no corresponde a nuestras expectativas.

Conflicto o crisis. El conflicto entre dos sujetos se da cuando existen intereses contrapuestos que entran en confrontación. Situación que planea una solución, sin que ninguno pierda demasiado, esto es importante ya que cuando se dirime el conflicto, siempre se produce cierta pérdida de lo que se demandaba. Por eso resulta básico que éstas pérdidas no sean excesivas, para que no se cree una conciencia de sujeto perdedor, en la relación. Porque estas constantes pequeñas pérdidas pueden conducir a una crisis más seria.

Crisis. Tomando la definición de la wikipedia, no sencontramos con una definición que habla de una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución. La definición es interesante porque introduce el aspecto principal, de cambio temporal, en el sentido de evolución.
Crisis en la pareja o de pareja. Esta diferenciación nos lleva a tratar de identificar la crisis. Las crisis de pareja enfocan hacia la propia línea de flotación de la pareja, y es necesario resolverlas para que no entre agua en el barco común. Yo las llamaría crisis endógenas. Las que ses dan en el entorno o crisis exógenas, son más fáciles de tratar, porque tienen que ver con el exterior del barco, y entonces sonmás abordables y además consiguen un efecto muy positivo, puesto que sirven para reforzar a la pareja. Nos referimos a las relacionadas con el trabajo, los hijos, el dinero, etc. Para todas ellas siempre propongo un buen análisis de la situación, utilizando una herramiento básica y complicada: la empatía. Sabiéndola utilizar el resultado será mucho más completo, porque podremos ver los dos lados del problema.
Crisis un peligro y una oportunidad. Según rojas Marcos en caligrafía china la palabra Crisis, se escribe uniendo los símbolos de peligro y oportunidad, ya que la crisis implica ambas cosas: el peligro de la ruptura y lo portunidad de recomenzar algo que no queremos dejar que acabe. Por otra parte está también de acuerdo con que las crisis suponen madurez, siempre que se afronten con seriedad y responsabilidad. Sería como un tallo de bambú, en el que las sucesivas crisis coinciden con los nudos del propio tallo. Metáfora bonita que he leído en alguna parte. Además también hay uqe hacer notar que las raíces del bambú también son muy fuertes.

Por último antes de pasar a las causas principales de las crisis, volver a recomendar que trataemos de dar la mejor solución a las mismas, puesto que aunque se olviden en un momento, resurgen desde el inconsciente cuando exista algo que de nuevo, vuelve a aparecer en la pareja, de cuestionamiento hacia el otro.

lunes, 11 de abril de 2011

Los niños frente a la separación de los padres.

11 de abril de 2011

 

En la emisión de radio Alfaz de hoy, el tema elegido después de hablar de las familias monoparentales, era seguir hablando de estas pero en su variedad de familias monoparentales como consecuencia de la separación. El planteamiento de base cambia, ya que en estos casos las familias si que cuentan con los dos padres, desde lugares diferentes y esto complica mucho las cosas para los hijos/as.

 

Preparando lo irremediable

Al principio de haber decidido ya la separación, como resultado de la reflexión de forma inevitable. Es importante en las reflexiones llegar a esta conclusión cada uno por su cuenta, con ayuda profesional si hace falta. En estos momentos es necesario plantearse que decir a los hijos/as, teniendo en cuenta que a los 3 años ya se enteran un poco, pero a partir de los 4 ó 5 años la percepción de la separación es más clara y pueden aparecer algunas reacciones: como desconcierto, porque no sabe que va a pasar con sus vidas; deseo de reconciliación, puesto que funciona la fantasía de que vuelvan a estar juntos, otras veces han discutido y no ha pasado nada... Y negación, en el sentido de que no quiere admitir al principio la separación. Funciona esto como reacción ante la pérdida de un ser querido. Aquí no se da la pérdida real, pero si se teme que la relación va a cambiar mucho viendo muy poco a uno de los dos padres.

No obstante las reacciones dependerán mucho de cómo lo vivan los propios padres, esta es la constante. No obstante si que es necesario dar una respuesta a nuestros hijos/as, y para ello expongo algunas ideas para facilitar esta revelación extraídas de la bibliografía:
-          no mantenerlo en secreto ni esperar hasta el último momento
-          informar a su hijo/a junto con el cónyuge
-          hablar de forma simple y directa
-          establecer que el proceso puede ser un tanto largo y costoso para todos/as
-          no discutir con su hijo/a de los problemas de la pareja, para que no se sienta responsable.
-          muy importante: decir que el divorcio no es culpa de el/ella
-          muy importante: asegurarle que los dos todavía le quieren y que siempre serán sus padres .

Hay que tener en cuenta que la inestabilidad de los padres afecta mucho a los hijos, aunque se piense que la llevamos bien, o en secreto.

Durante la separación. Primeros momentos.
Siempre hay que evitar las discusiones delante de los hijos, son problemas de la pareja, que atañen sólo a esta, pero es preferible que al principio de la separación, todavía se eviten más. Estas siempre se viven mal por ellos, con mucha agresividad.
Por todo ello se hace cada vez más importante la mediación familiar,  procedimiento por el cual un mediador un profesional imparcial, trata de facilitar el diálogo entre los padres con el fín de llegar a unos acuerdos que sean beneficiosos para los dos, y así todo el proceso de separación sea los menos traumático posible para ellos y par sus hijos/as. En estas entrevistas se podrá realizar un convenio regulador consensuado por ambas partes donde se fijen todas las condiciones de la separación, que será más duradero porque se ha hecho con el acuerdo de las dos parte y no ha tenido que establecer un Juez por sentencia. Dicho convenio regulador se puede legalizar y la separación se puede realizar de mutuo acuerdo con el consiguiente ahorro de problemas y de dinero, y además todos sufren menos, padres e hijos.

Después de la separación. Mantener el contacto

Es importante mantener el contacto con el padre no custodio, ya que hay infinidad de temas que van a seguir siendo relevantes tratar entre los padres, en relación con el colegio, las enfermedades, incluso hasta los cumpleaños, por poner algunos ejemplos. Estas cosas no se pueden decir al niño/a para que actúe como mensajero; supondría un peso excesivo para él/lla, creándole angustia y acabaría manipulándolo para evitarse disgustos con uno o con otro.
Por todo ello si no hay muy buena relación, es mejor respetar rigurosamente las visitas  programadas, hasta que la relación permita cambios en beneficio del menor.

Sobre la custodia. Algunos apuntes
Sobre este tema que surge y resrge una y otra vez, algunos apuntes, aunque requiere un tratamiento especial, sobre todo cuando se ponga la nueva ley que recomienda la custodia compartida. Cuestión que levantará mucha polémica pero desde el punto de vista psicológico, se cree que mejorará la implicación de los padres en la educación del menor. La teoría habla también de que de esta forma, podrá disfrutar de sus padres el mismo tiempo. Esto como todo tiene ventajas e inconvenientes y habría que hacer un debate específico sobre el tema.

Dos familias, dos casas

¿Se puede mantener una ley en cada casa?: Este es el caballo de batalla que afecta a casi todas las separaciones: a menudo siempre es la misma queja: cuando viene de casa de.., parece otro, no obedece, etc... Para evitar todo esto es necesario plantearse ciertas cosas:
o        No podemos cambiar las costumbres de la otra casa (familia).
o        No podemos renegar de que en casa de.. no haga esto o no haga lo otro, o al contrario...
Todo esto son batallas perdidas, es importante que el niño reconozca las normas y las acate, aunque algunas sean diferentes en un sitio y en otro. Un niño esto lo puede asumir, aunque al principio le cueste. Ej. Cuando el niño va a un parque temático, a una ceremonia religiosa,  a distintos sitios tan diferentes, sabe que hay normas y que tiene que respetarlas. Por otro lado él también conforme vaya creciendo sabrá lo que le más le conviene, y él/ella mismo se irá a acostar, a una hora, para estar bien el día próximo, también aprenderá su higiene, etc..

Síntomas de que la cosa no va bien

Por último plantearía una serie de síntomas de que la cosa no funciona bien, en nuestros hijos después de la separación, aunque nosotros no nos hallamos dado mucha cuenta. Para ello observaremos si se angustia o va demasiado estresado. Si aparecen sentimientos de culpa, tan negativa. Si observamos regresiones, en donde se hacen los más pequeños, para tener más mimos (enuresis, querer dormir con los padres, etc.). Más agresividad de lo normal.
O sobre todo si en la escuela manifiesta conductas que llaman la atención de la profesora/or

Pronóstico:
Por último es bastante frecuentes que estos procesos de separación, se alarguen mucho, alimentados muy a menudo por los propios procesos de odio, que la justicia sin querer facilita, asfixiada por un efecto perverso que facilita el litigio. Algunos psicólogos establecen la necesidad de que pasen de 3 a 5 años para asimilar la separación y adaptarse.

Pero todo depende mucho de los padres, en la medida que ellos lo vayan asimilando, los hijos también lo irán haciendo.

jueves, 7 de abril de 2011

¿Por qué no obedecen?

Cuando hablamos de obediencia de un niño o de cualquier persona, tenemos que estudiar primero el propio término de obediencia y como no, el de autoridad. Ya que sólo se obedece a alguien que detente cierta autoridad. Para continuar deberemos establecer que significan estos dos significantes y que conlleva cada uno de ellos. A lo largo dela historia hemos visto situaciones de obediencia ciega, producidas en momentos especiales. Existe un experimento ya clásico en esta materia. El psicólogo Stanley Milgram1 (1961): trató de demostrar si una persona era capaz de hacer daño a otra obedeciendo órdenes. Tenían que hacer peguntas sencillas a otro participante en el experimento, si no sabía la respuesta, administraba una pequeña descarga eléctrica cada vez más fuerte. Las descargas eran simuladas, el que supuestamente las recibía, era un actor que no se callaba y se oía como manifestaba dolor. Pero aún así, se continuaba hasta que el sujeto que producía las descargas, se plantaba o llegaba hasta el final. El propio Milgram, se sorprendió de los resultados: en el 61 % de los casos, se llegaba hasta el final, una descarga de 450 voltios, obedeciendo a una autoridad de bata blanca que no conocían. El ser humano puede ser muy obediente. (El experimento fue realizado en 1961 en la Universidad de Yale.)

En este tipo de obediencia se basan los estamentos militares, en los que se utiliza dentro de una cadena de mando piramidal. Pero ¿qué pasaría si se cuestionaran las órdenes establecidas por los mandos superiores?. Podría pasar como la reciente revolución en el mundo árabe, donde el ejército ha permitido una revuelta pacífica del pueblo en búsqueda de libertad. Excepto en Libia, donde ciertas facciones del ejército continúan leales al dictador Gadafi, y ello está ocasionando una guerra civil. Gadafi cuya autoridad para un sector armado, es capaz de mandarlos hasta la muerte (aunque hayan también numerosos mercenarios) y para otros es una autoridad cuestionada.
Autoridad curiosamente viene del vocablo autoritas, y significa el que funda, el que crea, o mejor el que tiene la autoría. La autoridad se otorga al autor, al que tiene la autoría y por tanto conoce la obra. Es el que más sabe sobre ella, porque el mismo ha sido el creador y por tanto le concede la máxima autoridad de conocimiento. Aparece por tanto la ligazón del saber unido a la autoridad. Se le confiere autoridad al que sabe. Esto es fácil de comprobar cuando buscamos a un médico para que nos cure, porque le atribuimos un conocimiento, un saber sobre nuestro malestar. Si algo no nos convenciera, acudiríamos a otro médico al que atribuyéramos todavía más saber, puesto que nos jugamos mucho, ya que podemos poner nuestra vida, o la de nuestros hijos en sus manos, por esa confianza especial. De todo esto se deduce que obedecemos (ciegamente) a aquella persona dotado de sabiduría. Este saber le confiere una autoridad sobre un determinado tema.
Los alumnos según este razonamiento, seguirán al profesor, le escucharán y le obedecerán, si lo consideran con autoridad, es decir si sabe de lo que enseña, si tiene autoridad sobre la materia. Para fortalecer esta relación transferencial, se puede añadir la autoridad moral y cierta pasión por transmitir (un saber). Esto hace que aumente el interés y el convencimiento. Es muy poco convincente cuando alguien trata de explicarnos algo sobre lo que tiene dudas.

Los problemas empezarán a surgir cuando se cuestione esta autoridad. Entonces podremos recurrir a otra persona erudita, como en el ejemplo del médico o de un profesor mejor. Pero ¿qué pasa cuando se trata de nosotros como padres o educadores?. En este caso el cambio no solo no es posible, sino que además la sociedad pone en cuestión esta autoridad en muchas ocasiones, por ejemplo cuando se considera que puede ser abusiva, ya que la autoridad proporciona un poder muy basto, y que puede llevar a un abuso.

Para ello se necesita algo que regule este poder, en forma de ley, que limite la autoridad. Y para que esta ley pueda funcionar, y pueda ser respetada, tiene que ser consensuada, en forma de base, de constitución de un status básico mínimo. De esta forma podrá ser acatada por todos, ya que se comprende su fundamento y se comprende por qué existe, ya que sin ella sería difícil la convivencia.

¿A donde quiero llegar con todo este desarrollo?, simplemente a conseguir que existan las condiciones mínimas donde cualquier sujeto pueda crecer, en libertad, donde pueda desarrollar todas sus capacidades, con la mínima represión. Con unas autoridades democráticas, obedecerá una ley que considera justa, en la que ha participado, la misma para todos, y cuando surja un problema este se podrá hablar y llegar a una solución, sin necesidad de malos entendidos, abusos de poder, o castigos.

El lector o lectora, llegará hasta este punto observando con facilidad, que las cosas no suceden siempre de esta forma tan correcta, se producen desajustes, y nos volvemos a encontrar con niños que no entran en razones, guiados por su propio goce, y siguen sin hacer caso. Para que haga caso como se dice coloquialmente, este sujeto tiene que comprender la norma y haberla interiorizado; esto se puede producir a partir de los 5 años, donde se constituye el superyó. La renuncia a determinada conducta que se siente como placentera, se produce en un segundo momento cuando esta puede conllevar la pérdida de amor de la persona querida (los padres, educadores), es un momento en el que se interioriza la prohibición y empieza a actuar la propia conciencia moral del sujeto, heredera de la moral paterna. Entonces puede surgir la culpa, el
autorreproche o incluso el autocastigo. Desde una edad muy temprana el niño sabe lo que está bien y lo que está mal por nuestras reacciones, su propia experimentación y las reacciones sociales.

Este punto es importante ya que si el niño es capaz de interiorizar estas prohibiciones, podrá en sentido positivo, tener unos hábitos saludables, podrá también saber organizar su tiempo, sus tareas... En cambio si este “orden” familiar no existe, si la ley no se establece claramente o se transgrede fácilmente, el sujeto infantil se guiará en mayor medida por su goce, tratando de conseguir las cosas de forma más placentera y rechazando lo que no le guste, o no le produzca placer. Rechazará fácilmente las normas que se traten de imponer.

El cambio drástico a una institución de protección posibilitará un corte en su forma de actuar, pero tendrá que pasar bastante tiempo para que el sujeto pueda aceptar un cambio, que no verá en un primer momento,
puesto que se le está impidiendo funcionar a su gusto.

En este punto, es el momento de plantearse dos posturas: 1. Si queremos

La segunda postura nos lleva a un camino que a veces puede parecer más largo, pero la diferencia está en que se basa en el individuo, en su bienestar, no en el nuestro. Tratamos de que el sujeto pueda tomar conciencia, ya que es un niño, con cierta capacidad de razonar, de su propia situación, y de que el cambio va a beneficiarle a él en primer lugar, porque va a poder relacionarse con los demás, con una mayor aceptación, y que va a poder reencontrarse consigo mismo. Para ello no hará falta el adiestramiento en base a los premios y los castigos, se basará en la comunicación en el lenguaje, en la empatía, tendremos que entenderle. Se basará en una buena relación afectiva, donde reciba por lo menos parte del cariño, que en el mundo de las carencias donde había vivido

modificar la conducta, ¿en beneficio de quién?, habría que pensar. Si es en beneficio de la institución, en beneficio de los padres o educadores, para que estén más tranquilos, etc. Entonces tendremos que recurrir al adiestramiento, usaremos los refuerzos positivos y negativos, los premios y los castigos, para conseguir que el sujeto sepa sentarse o llevar conductas correctas, de la misma forma que educamos a un perrito, a hacer pis fuera de casa, o que no ladre, etc. no tuvo.  (Hay niños que vienen de familias sin problemas económicos, pero que no por ello, también adolecen de cariño, puesto que haber tenido más juguetes, sin atención paterna, no es suficiente).
Esta forma de relacionarse con él, establece ya de entrada un cambio importante, puesto que el niño no está acostumbrado a que se le escuche, a que se tenga en cuenta su opinión, sus deseos. Posteriormente se le irá
iniciando en una ley, en unas normas de convivencia necesarias, para que cada sujeto respete al otro, teniendo en cuenta su palabra. Poco a poco ya que se ha establecido un lugar, una vía de lenguaje, de palabra, hablará y no tendrá que gritar o pasar al acto, para que se le escuche. Podrá manifestar en distintos lugares, su malestar, sus miedos, sus logros, etc. Y también aprender a atender el de los demás, apreciar al otro y el marco que posibilita la expresión de todo ello.
 
No obstante de vez en cuando, sobre todo en las primeras semanas, aflorarán sus temores, y sus intentos de conseguir su placer, acostumbrado a salirse con la suya. Ante esta conducta tendrá como respuesta principal, la indiferencia; observará que esta forma de actuar no es rentable, no obtiene placer y se irá evaporando, además de distanciarse de los otros, que le hará sentirse mal. Repetirá actuaciones (puestas en
acto) para entender como funciona la ley, tratará de transgredirla para comprobar que ello tiene consecuencias, no como antes en su familia. En este sentido es el único interés del castigo. Cuando se agotan las vías de la palabra, la institución actúa sancionando a la persona que infringe la ley, para demostrar que la infracción sí tiene consecuencias. En este punto muchos educadores piensan que el castigo es necesario y básico en la educación. Yo lo plantearía como un mal necesario, es decir cuando recurrimos al castigo es porque algo ha funcionado mal en nuestro proceder, o que no se ha entendido, ya que dentro de una convivencia normal donde todo se puede hablar y llegar a una conclusión no tiene sitio el castigo, por que no es necesario. Si la ley establece unos límites racionales asumidos por todos, no tiene sentido establecer castigos ya que todos obedecen, porque no tienen necesidad de la trasgresión. O si no hay más remedio por alguna razón especial, esta puede permitir dentro del consenso, la excepción (por ejemplo cambiar el horario por una fiesta especial)

Veamos un ejemplo:
M no quiere lavarse los dientes después de cenar. En principio podría entenderse esta conducta, como un reto o un cuestionamiento de una norma, que él no ha seguido nunca en su casa, pero que la institución le exige. En ese caso habrá que explicarle de nuevo la norma sanitaria y las consecuencias que para su salud, puede tener. Además dice que ayer le riñeron porque terminaba pronto y lo hacía mal. Aquí hay otro elemento en el que el niño se siente cuestionado, ya que han dicho que las cosas las hace mal, de aquí su rebelión. Entonces tendremos que tratar de subirle su autoestima, explicándole como tiene que hacerlo, que si lo hace rápido no sirve de mucho, etc... Si es posible lo acompañaremos, estando con él... También nos dice, que cuando se lavaba los dientes recuerda los gritos de su padre hacia su madre, cuando venía bebido. Es un ejemplo de lo que se puede esconder en una negativa, puede parecer exagerado pero cuando usamos las orejas para escuchar, aparecen todas estas cosas, puede que en los momentos menos oportunos, entonces creo que la función del educador, en estos casos, se hace especialmente noble e importante y hace que nos podamos sentir orgullosos. La otra opción es castigarlo porque no se quiere lavar los dientes. Es más fácil, no nos contará nada porque no hemos abierto ese canal de comunicación, de expresión de su malestar, pero puede que la tarea de educador sea más fácil así. En este caso más que educador tendría que llamarse: adiestrador, guardián, no sé, otra palabra, por que no se está ejerciendo la educación como tal.

La historia termina preguntando M. a la educadora que estaba con él, ya que era otra la del día anterior, si le iba a acompañar a lavarse los dientes. Había conseguido más atención, más cariño y quería mantenerlo, la educadora lo acompañó, pero se fue antes de que acabara, cuando vio que no tenía miedo, haciéndole comprender que también tenía que estar con los otros niños.

Autor: Juan Ig. Martínez (publicado para los educadores de un centro de menores, marzo de 2011)