miércoles, 16 de abril de 2014

Ansiedad e inseguridad (1)


Quizás el síntoma universal que figura en primer término en las consultas de psicología clínica es el de ansiedad. Vivimos en un mundo donde es fácil estar ansioso por distintos motivos, pero en la escucha activa aparece también uno de los grandes problemas del sujeto: la inseguridad; “es mi talón de Aquiles” me decía una paciente esta semana. La inseguridad en sí misma, llamada con diferentes significantes: falta de autoestima, sensación de des-protección, etc, es uno de los problemas que más se tratan en la consulta y que quizás mejor pronóstico tienen, si el/la paciente tienen suficiente paciencia. Para ello hay que mejorar el síntoma inicial: la ansiedad, que también tiene buen pronóstico.

Para estos tratamientos hay que conseguir la paciencia del paciente, vencer la inmediatez de este mundo, donde se quiere conseguir las cosas en el momento. Es importante hacer cierto recorrido donde las palabras toman otra significación cuando se dicen en la consulta. El dispositivo permite que la palabra circule, cobre un nuevo sentido, y se relacione con los sucesos, situaciones, momentos, etc, que requieren revisar para des-obstruir el proceso que abre el inconsciente.

En dicho proceso el/la sujeto recordará momentos en los que frente a la demanda del Otro, busca un reconocimiento, aunque fuera el más básico: el de la propia imagen. Meses después de nacer comenzamos a formar nuestra propia identidad a partir del reconocimiento en la imagen proyectada que nos devuelven, proceso complejo ya que el ser humano nace inmaduro, y va paralelo a la maduración cerebral, hasta que sobre los dos años el cachorro humano puede reconocerse en su propia imagen y decir que ese que está al otro lado del espejo, soy yo, capacidad que solo tiene nuestra especie (según la etología). Y que vendrá refrendada por la mirada de la madre (o quién haga esta función). Desde ese momento se espera que este proceso de formación de la identidad, de formación del yo profundo, sancionado por el adulto, vaya evolucionando.

Esta captura de la imagen, de orden imaginaria, tendrá que ser simbolizada por la palabra en el acto del reconocimiento y que tendrá mucha importancia por ejemplo en los problemas que puedan producirse con la anorexia. Por ello es tan importante y crucial para todo ser humano. La formación de este yo irá evolucionando con las identificaciones (proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste) en las que nos fijemos en el transcurso de nuestra maduración, hasta constituir un ser en sí mismo. Pero todas ellas también dependerán de la interacción con las figuras paternas, y con otras que irán apareciendo. Será aquí donde se vaya formando el ego (llamado por ciertas corrientes psicológicas: self). En esta interacción o relación con el Otro, habrá una demanda implícita de reconocimiento, según como se haga este re-conocimiento, se irá conformando la cuestión que nos ocupa hoy: la sensación de seguridad en sí mismo. Serán por tanto más seguros los individuos que hayan tenido un mayor apoyo de sus padres. Por eso es tan importante el cariño en la familia.

No obstante las cosas no son tan simples, esta atención puede ser de diferentes formas. Por ejemplo en una familia donde los padres pueden ser muy exigentes, hacen que el listón se ponga tan alto, que pueda sentirse que no se llega, y causar por tanto un sentimiento de “no valer” tanto, o que circunstancias de la vida nos afecten más a nosotros que a un hermano que ha tenido mejores condiciones para destacar, y que ante la comparación, pensemos que nosotros somos “menos que él”. La casuística es muy grande y por ello es necesario verla caso por caso.

En siguientes escritos seguiremos con este tema, viendo también como puede actuar la terapia analítica en estos procesos en los que se quiere conseguir mayor seguridad en sí mismo.