miércoles, 27 de marzo de 2013


WhatsApp. Servicio de mensajes.

El sistema que fue concebido como un mero servicio de mensajería, se ha convertido en una herramienta indispensable para estar conectado entre nosotros. Constituye un servicio por el que se envían mensajes, de una forma más dinámica que los sms, gracias a los teléfonos avanzados, los smartphones. España curiosamente a pesar de la tremenda crisis que nos ha relegado a una posición retrasada a nivel mundial, se situa en un primer nivel en este tema. Esto indica que queremos estar a la última en tecnología asequible y sobre todo que queremos estar conectados a los demás. Quizás tambien porque hemos perdido la confianza en los medis de comunicación, o porque nos enteramos antes, gracias a internet de lo que pasa.

El mensaje permite por tanto conectar de inmediato con el otro, de forma más directa, supera al teléfono y a otros medios, es más inmediato y entra directo en nuestro “apéndice” telefónico sin pedir permiso, situándose allí a la espera de que sea captado por el click de nuestra curiosidad, que hace que nos mantengamos “en línea” continua. Al acecho.

Por si esto fuera poco, también nos permite mandar de inmediato una foto u otro soporte de nuestra presencia. Nos permite mostrarnos de distintas formas, abriendo la escucha en el otro.

Pero ¿por qué esta necesidad de que nos escuchen? Aunque no tengamos la presencia del semejante, tenemos su foto estática, incluso a veces nos podemos comunicar con alguien que no conocemos en persona, al que podemos contarle nuestras intimidades. Todo esto supone la necesidad de comunicarse de ser escuchado, pese a quién pese, de sentirnos que no estamos aislados, de contar a alguien, aunque sea un extraño lo que nos pasa. Por esto funciona la psicología y más el psicoanálisis, que se basa en esto: la escucha de la palabra sin restricciones. Si además nuestro interlocutor, encima de escucharnos, que ya es mucho, teniendo en cuenta que cada vez en este mundo, cada uno va más a lo suyo, nos aporta alguna cosa, algo en lo que no hemos reparado, algo que nos puede indicar otro camino, en nuestros planteamientos o dilemas, mucho mejor. Esa nueva puerta que se hable constituye una aportación, antes inimaginable, que nos abre nuevas posibilidades.

Pero quiero incidir en el placer de sentir al otro lado del teléfono una oreja, alguien que le importamos, aunque sea un poco, que emplea parte de su tiempo en escucharnos, aunque sea algo poco trascendente lo que comunicamos. Todo esto no sustituye ni debe de hacerlo, a la relación social, yo creo que aumenta el lazo social, pero protegidos por la distancia, nos atrevemos a decir ciertas cosas porque no tenemos al otro delante. También le ponemos caras, para que nos visualice nuestro rostro, nuestra expresión, queremos que nos entienda y comprenda, pero sobre todo que nos escuche, por eso nos sentimos contentos ya solo cuando aparece la doble vv, de que le ha llegado nuestro mensaje. Sabemos que allí está aunque no le veamos la cara.