A continuación respondo a una entrevista sobre la obsesión por adelgazar.
¿Por qué es perjudicial obsesionarse con adelgazar?
¿Cómo puede afectar al bienestar mental?
Vivimos
en un mundo que mantiene una especie de contradicción, por un lado el lazo
social, hace que estemos continuamente conectados con la actualidad, con lo que
pasa en este mundo global, y a la vez, con lo que le pasa a nuestros amigos,
que siempre están al otro lado del teléfono, en estado latente. Pero por otro
lado seguimos sintiéndonos solos con frecuencia, como esa escena típica de New
York, donde la masa de gente andando por la acera o cruzando un semáforo, deja
constancia de la soledad del individuo. Parece que cuanta más gente hay, más nos sentimos solos, sobre todo
si hay algún problema que nos molesta y al que no encontramos solución.
Estas
sensaciones se agudizan cuando pensamos en nuestro cuerpo en relación al otro.
Otro como ideal, que nos remite a un cuerpo perfecto admirado y valorado socialmente,
esta es la cuestión: la valoración social marca tendencia, y hace que tengamos que
parecernos a ese ideal, porque es la moda, y lo que es peor: porque si no,
podemos ser rechazados por una presión social, ahora quizás mayor, por la
globalización, por la cercanía del cuerpo del famoso de éxito.
Podríamos
decir incluso, que este deseo por el adelgazamiento, constituye una vía de
búsqueda fehaciente del reconocimiento social, que puede tapar, además, otras
deficiencias que no se ven, y que son ocultadas inconscientemente, por este
uniformismo que proporciona el cuerpo.
El
problema está, en que siempre habrá una distancia respecto a ese ideal que
nunca se alcanza totalmente, una distancia que pone en evidencia una falta, que
si es demasiado marcada, reavivará el miedo al rechazo social, provocando
angustia, y rebajará nuestra autoestima, a un punto peligroso.
¿Y al bienestar físico?
También la noción de cuerpo que nos formamos de
una forma imaginaria, a veces no concuerda con nuestro físico desde un punto
real, por eso aparecen trastornos de la alimentación como la anorexia, donde se
aprecia esta distorsión. La obsesión por un físico ideal difícilmente concuerda
con lo que vemos en el espejo, esto trastoca la alimentación, que nunca acaba
siendo la adecuada, aumentando la culpa, y favoreciendo el riesgo de que el
cuerpo físico se resienta por mala nutrición.
¿Cómo sabremos si nuestro deseo de adelgazar es
obsesivo?
El punto de inflexión donde podemos hablar de que
la obsesión por adelgazar hace síntoma, es decir, se convierte en algo que se
repite y ya no se puede controlar, está en la falta de control, que hace
aparecer la ansiedad, la culpa, los problemas de sociabilidad, etc.
¿Cómo podemos quitarnos un deseo obsesivo de
adelgazar?
La
cuestión se centra en conocer el límite; debería bastar con la sensación de
alcanzar cierto bienestar físico, donde te puedas sentir bien con tu cuerpo,
porque mantiene un buen tono muscular, flexibilidad, y lo que es más importante
una sensación de equilibrio general, cuerpo mente, que no tiene por qué,
responder a ningún patrón estándar, sin responder a ningún ideal externo.
¿Cómo puede ayudarnos un psicólogo a quitarnos la
obsesión por adelgazar?
Si
tenemos dificultad para pensar en que el equilibrio emocional junto con el
corporal no logramos conseguirlo por nosotros/as solos/as. Puede ser el momento
de buscar ayuda, no pasa nada por consultar a un experto, que nos permita
funcionar sin angustia y poder luchar contra una imagen corporal distorsionada,
para que pueda acoplarse de nuevo a un cuerpo con el que nos reconciliemos, sin
responder a cánones exagerados, sino a un físico que nos convenza lo
suficiente.