miércoles, 11 de mayo de 2016

¿me echarán de menos?

Son casi las seis de la mañana, una tormenta importante me ha despertado, por fin la lluvia después de muchos meses de sequía. El olor a tierra mojada evoca recuerdos del pasado.

Faltaría una hora para levantarme, para ir al ayuntamiento, como he hecho tantos años atrás. Me pregunto si de verdad echo de menos el trabajo. Si estoy haciendo un duelo  por esta importante pérdida en mi vida, que ha supuesto que mis expectativas laborales no se estén cumpliendo en la recta final de mi carrera profesional.

Ahora, en estos momentos, sí que echo de menos muchas cosas, creo que sobre todo a las personas, a mis pacientes los más agradecidos y de los que he recibido más satisfacciones. A mis compañeros y compañeras, a pesar de que nadie ha movido un dedo por mi permanencia, ni siquiera he recibido una llamada en estos cuatro meses y pico, interesándose por cómo me iba. Por eso me pregunto: ¿me echarán de menos?

Sé que nadie es insustituible, sobre todo tal como está la psicología en este momento donde cualquier psicólogo recién acabado se monta una consulta sin tener apenas formación ni experiencia. Echo de menos un servicio que ha ido a menos, que ahora es menos social, a pesar de la publicidad hipócrita, de estos años.

Puedo estar en la fase de la culpa, porque me siento algo responsable de no haber sido capaz de consolidar un servicio que atienda a las familias, en horario completo. Aunque sé que había conseguido un prestigio reconocido, en el exterior, a nivel de Comunidad Valenciana, por los profesionales del sector. Es verdad que lo que se monta con mucho esfuerzo  durante más de una década, es fácil perderlo en pocos meses. Basta con recortarlo. Se recortó su horario como si fuera un servicio menor, poco importante. Ya sé que esta decisión la tomó un alcalde, unilateralmente. Pero me pregunto si yo no tuve algo de responsabilidad por no demostrar que era un servicio fundamental, o dependía más de que una persona estaba en contra de este servicio porque quizás, presuntamente, le recordaba demasiadas cuestiones familiares, como padre, esposo, etc. Quizás si las hubiera tratado en éste o en un servicio parecido, le hubiera ido mejor, pero puede ser que vaya demasiado lejos. No obstante sabemos que el inconsciente nunca se pliega a la represión, y lo que no queremos ver o aceptar en nuestra vida, aparece en forma de síntoma. Además los problemas familiares repercuten en toda nuestra vida, y hacen también que nos apartemos del vínculo social, desarrollando cada vez más un carácter agrio, soberbio y autoritario.


Me queda por tanto en el aire el interrogante de si ¿me echará alguien de menos?, porque quizás necesite algo de reconocimiento, ya que fui apartado de un trabajo sin explicaciones, que no he encontrado posteriormente, y en el que el silencio de los que convivieron laboralmente conmigo tanto tiempo, demuestra un trato que quizás no merezca, que no merezca nadie, y que habla poco en favor de la condición humana, que a veces se preocupa más por los animales, que por las personas, aunque también éstos son mucho más fieles.

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